Alfonso Weston
Donante Héroe
Fonso era un joven más grande que la vida. Era una fuerza de la naturaleza a la que no se podía detener. Siempre ponía a todos por delante de sí mismo. No había día en que Fonso no hiciera algo por los demás. Puso su vida en pausa para cuidar de nuestra abuela y que pudiera vivir cómodamente en su casa. Y su relación significaba mucho el uno para el otro.
El cariño y la emoción de Fonso en los cumpleaños y otras celebraciones, pero sobre todo en Navidad, eran increíbles. La Navidad era su época favorita del año porque era el único momento en que toda la familia estaba junta. Su tradición navideña era invitar a todos al cine, viéramos o no la misma película. Sólo quería que hiciéramos juntos algo que a él le gustaba.
Le encantaba hornear, pasar tiempo con sus amigos y escuchar a Pink Floyd. Su sonrisa no era una sonrisa cualquiera. Como recordaba un familiar cercano, la sonrisa de Fonso "iluminaba habitaciones; no sólo una habitación, sino varias". Fonso vivía cada día al máximo, con muy pocas quejas. Era uno entre un millón.
El 22 de abril de 2016, Fonso sufrió una convulsión y fue declarado en muerte cerebral el 25 de abril de 2016. Tenía 31 años. Mis hermanos y yo tomamos la decisión de donar sus órganos, y él ayudó a salvar la vida de 4 personas con su corazón, pulmones y riñones, así como a cientos de personas a las que ayudó con sus tejidos, piel y válvulas. Echo de menos sus abrazos de oso y su risa. Su risa era única y todavía puedo oírla y siempre me hace sonreír. El legado de Fonso sigue vivo a través de su familia, sus amigos y sus receptores.